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DE PENITENTE EL JUEVES SANTO

Publié le 16/09/2014

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DE PENITENTE EL JUEVES SANTO

Hallabase estudiando en Villagarcia y ya medianista, como se ha cliche, a los veinte y cinco alios de su edad. Llegaron los quinte dias, que asi se lla.man las vacaciones que hay en Semana Santa y en la de la Pascua, y fuese a su lugar, como es use y costumbre en todos les estudiantes de la redonda. El diable, que no duerme, le tenté.) a que se vistiese de penitente el Jueves Santo ; y es que, corne el estudiantico ya era un poco espigado, adulte y harbicubierto, miraba con buenos ojos a una mozuela vecina suya, desde que habian andado juntes a la escuela del sacristain, y para cortejarla mas, le pareciô cosa precisa salir de disciplinante ; porque es de saber que éste es uno de los cortejos de que se pagan nias todas las mozas de Campos, donde ya es observacion muy antigua, que las mas de las bodas se fraguan el Jueves Santo, el dia de la Cruz de mayo y las tardes que hay balle, habiendo algunas tan devotas y tan compungidas que se pagan mas de la pelotilla y del ramai que de la cas-tai-Mein. Y a la verdad, mirada la cosa con ojos serenos y sin pasiôn, un disciplinante con su cucurucho de a cinco cuartas, derecho, almidonado y piramidal, con su capillo a moto de pave, con caida en punta hasta la mitad del pecho ;

. con su almilla blanca de lienzo casero, pero aplanchada, ajustada y atacada hasta poner en prensa el pecho y el talle ; dos grandes trozes de carne momia, maciza y elevada, que se asoman per las des troneras rasgadas en las espaldas ; ... sus enaguas o faiddn campanudo, pomposo y entreplegado. Afiadase a todo este que les disciplinantes rnacarenos y majos suelen lievar sus zapatil]as blancas con cabos negros, se entiende cuando son disciplinantes de devociôn y no de cofradia, porque a éstos no se les permiten zapatos... Considérese después que este tal disciplinante que vamos pintando saca su pelotilla de cera, salpicada de puntas de vidrio y pendiente de una cuerda de cafiamo, empegada para mayor seguridad ; que la

mide hasta el code con gravedad y mesura ; que apoya el

codo derecho sobre el ijar del mismo lado (rnenos que sea zurdo nuestro disciplinante, porque entonces es cosa muy necesaria advertir que todas estas posturas se hacen al contrario) ; que sin mover el code y jugando Unicamente la mitad del brazo derecho, cornienza a sacudirse con la pelotilla hacia une y otro lado, sabiendo con cierta ciencia que de esta rnanera ha de venir a dar en el punto céntrico de las dos carnosidades espaldares, per refilas inconcusas de anatomia que deje escritas un cirujano de V iliamayor, mancebo y aprendiz que fue de otro de Villaramiel. Contémplese finalmente cômo empieza a

brotar la sangre ; cômo va salpicando las enaguas, cômo se

distribuye en canales per el faldôn, cômo le humedece, cômo le empapa, hasta entraparse en los pernejones del pobre disci-plinante. Y digame con serenidad el mas apasionado contra las glorias de Campos si hay en el mundo espectâculo mas

« galân ni mâs airoso.

Si puedc haber resistcncia para este hechizo, y si no tienen buen gusto las mozanconas que se van tras los penitentes, como los muchachos tras los gigantones y la tarasca el dîa del Corpus.

No se le ocultaba al bellaco de Antôn esta inclinaci6n de las mozas de su tierra, y asi saliô de disciplînante el J ucves Santo, como ya llevamos dicho.

A la lcgua le conoci6 Catanla ]{ebollo (que éste era el non1bre de la doncclla su vecina y su condiscî­ pula de escuela) ; porque, a. »

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