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MOLIDOS POR LOS YANGÜESES

Publié le 16/09/2014

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MOLIDOS POR LOS YANGÜESES

-      Sabete, amigo Sancho -- respondi6 don Quijote —, que la vida de los caballeros andantes esta. sujeta a mil peligros y desventuras, y ni mas ni menus esta en potencia propincua de set- los caballeros andantes reyes v emperadores, cornu lo ha mostrado la experiencia en muchOs y diversos caballeros ; de cuvas historias yo tengo entera noticia. Y pudiérate contar agora, si el dolor me (liera, lugar, de algunos que sOlo por el valor de su brazo han suhido a los altos grados que he contado, y estos mesmos se vieron antes y después en diversas calarnidades

y miserias ;              Asi que bien puedo yo pasar entre tanta buena gente ; que mayores afrentas son las que éstos pasaron que no las que ahora nosotros pasamos. Porque quiero hacerte sabedor, Sancho, que no afrentan las herida,s que se dan con los instru-mentos que acaso se hallan en las manos, y esto esta, en la ley del cluelo, escrito pur palabras expresas : que si el zapatero

a otro con la horma que tiene en la manu, puesto que (1) verdaderamente es de palo, no por eso se dira que queda apaleado aqucl a quien dio con ella. Digo esto porque no pienses que, puesto que quedamos desta pendencia rnolidos, quedamos afrentados ; porque las armas que aquellos hombre~ trafan, con que nos rnachacaran, no cran titras que sus estacas, y ninguno dellos, a lu que se me acuerda, tenia estoque, espada ni puna/.

 

-- No me dicron a mi lugar — respondié Sancho — a que mirase en tanto ; porque apenas puse manu a mi tizona, cuando me santiguaron los hombros con sus pinos, de manera, que me quitaron la vista de los ojos y la fuerza de los pies, dando conmigo adonde ahora yago, y adonde no me da pena alguna el pensar si fue afrenta, o no, lu de los estacazos, coma nie da el dolor de los golpes, que me han de quedar tan impresos en la niemoria cornu en las espaldas.

« sé qué sinsabor que le hizo la scfiora ()riana.

l'ero dejeni.os ya esto, Sancho, y acaba, antes que suceda otra desgracia al jumento, como a Rocinante.

- J\un ahi serîa el diablo - dijo Sancho.

Y dcspidiendo treinta ayes y se;;enta sospiros y ciento y veinte pésete':i y reniegos de quien alli le habîa traido, se levant6, quedândose agobiado en la mitad del camino, coma arco turqucsco, sin poder acabar de enderezarse ; y con todo este trabajo aparejô su asno.

Levant6 luego a l{ocinante, cl cual, .si tuviera lengua con que quejarse, a buen seguro que Sancho ni su a1no no le fueran a la zaga.

En resoluci6n, Sane ho acomodô a don Quijote sobre cl asno y puso de reata a l{ocinante, y llevando al asno del cahestro, se encanünô, poco n1âs o n1enos, hacia donde le parcci6 que po(Jia estar el canlino real.

Y la suerte, que ~us casas de bien en mejor iba guiando, aùn no hubo andado una pequefia legua, cuando le depar6 el cam.ino, en el cual descuhriô una venta, que, a pesar suyo y gusto de don Quijote, habîa de ser castillo.

Porfiaba Sancho que era venta, y su an10 que no, sino castillo ; y tanto durô la porfia, que tuvieron 1ugar, sin acabarla, de llcgar a clla, en la cual Sancho se e11tr6, sin mâ,c; averiguaci6n, con toda su rccua.

CER\',\NTES El Ingeniaso Dan Qitijate de la.

_1fancha (1) P11csto q11e aunqne.

COMENTARIO 1 c· Qué. »

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