EL NEGRO AQUIN

EL NEGRO «AQUIN

Era el negro Joaquin el maestro de una educaci6n vigorosa, sana y varonil, de que era él mismo la mejor prueha con su estatura gigantesca, sus brasos coma un gajo de algarroho, sus manos como enguantadas de acero y sus piernas coma columnas de granito ; y asi también aquella armadura inquebrantable se animaba con un alma pura, liena de virtudes y capaz de Ias emociones mis suaves. Como los indios de la comarca cuentan su historia por las edades del "i„rbol mas viejo, asi el negro transmitia de hijos a nietos la tradicién de la familia, y en sus lecciones experimentales solia sellar, con el ejemplo de los antepasados, la moral de sus sencillas pero santas doctrinas. Era el geagrafo que tiene el mapa local en la retina, el historiador de buena le que conserva con amor los anales caseras, el filésofo de observaciân v de creencia rincera. En aquella aldea no habia mis eseuela en las familias que la de la tia o de la hermana mayor, provistas de omnimodos poderes sobre todos los nifios de la casa y de los ranchos vecitios. Joaquin no sabla leer, pero poseia la ciencia de la vida y la educaciOn adquirida en el trato prolongado con la gente cuita ; su inteligencia destellaba claridades de relampaga y esparcia influencias vivificantes corna esa frescura que viene de los valles montafiosos donde creeen los arboles corpulentos, donde brotan las aguas tranquilas y se mecen las hierbas salvajes saturando el ambiente de perfumes. Patriarca de la aldea y de algunas leguas alrededor, era al mismo tiempo consejero y juez de las pendencias familiares de sus paisanos, quienes lo revistieron de una autoridad de la cual nunca hubieron de arrepentirse.

Llegaban las novenarios de San Isidro, el labrador celestial, y el cura no veilla a asistir a sus fieles : era el negro viejo quien asumia la dignidad eclesiastica y con puntualidad asombrosa dirigia los rezas de la multitud. i Oh cuadro sublime aquél, que he visto reproducirse todavia muchos alios mas tarde bajo el patrocinio de mi familia refugiada en la vieja estancia Quiero pintarlo parque la veo aün, iluminado por mis dolorosos recuerdos y los suetios indelebles de la primera edad.