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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Publié le 25/04/2023

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« ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA La persona siempre se ha preguntado por su identidad: quién es y cuál es el sentido de su existir.

La gran crisis de hoy radica en que el hombre ha perdido la confianza en su propia humanidad, cuya profundidad desconoce.

No sabemos es nuestra identidad; Quién es el hombre. Entender al hombre como una realidad, sin caer en el materialismo, de carne frágil y abierta a lo trascendente: materialismo cristiano.

El hombre como un ser dimensional: toda la persona está presente en cada una de sus dimensiones. TEMA 1: UNA MIRADA FILOSÓFICA A LA PERSONA HUMANA El hombre es un misterio.

Se podría decir que la antropología filosófica es un discurso racional sobre el hombre que desde la descripción del cómo se nos muestra y está presente en sus actos, intenta penetrar en la persona más allá de lo puramente físico. Durante la historia, el hombre se ha preguntado sobre sí mismo.

Ello ha hecho que se hayan dado un paso hasta llegar a lo que hoy entendemos como antropología filosófica: 1.

Tratado sobre el alma: Cuando nace la filosofía, los griegos responden a la pregunta defendiendo que el hombre es un ser que pertenece al mundo natural (Cosmos) y al mundo divino (Olimpo).

Miran al hombre desde su naturaleza (su miseria) pero con la certeza de que se parece a lo divino (su dignidad).

El primero que escribe acerca de esto es Aristóteles. 2.

Psicología racional: Descartes hace un giro hacia la subjetividad y conciencia del hombre: giro antropocéntrico.

Algo que deja de lado la materialidad del hombre, su historicidad, su personalidad y lo hace más ideal. 3.

Antropología filosófica: Kant defendía que la ciencia es la que se ocupa de responder a la pregunta ¿qué es el hombre? En el siglo XX el fenomenólogo Scheler dirá que la antropología es un saber autónomo de la filosofía que se ocupa de la esencia y estructura del hombre y su relación con los reinos de la naturaleza. ¿Quién soy yo? Un yo de carne y hueso, único e irrepetible, individual y social. No puedo quedar reducido a una especie, a un colectivo.

Soy un ser absoluto, creativo y novedoso y ocupo el lugar que tengo que ocupar: el mío.

Sin mi, a la humanidad le faltaría algo: yo.

A la vez soy semejante al resto de hombres: compartimos naturaleza, somos de la misma especie. Para conocerme cuento con dos fenómenos complementarios: mi experiencia de vida personal (pero supera el empirismo, así como los materialismos) y la aportación de otros saberes.

La antropología dialoga con el resto de ciencias positivas, pero estas no terminan qué o quién es el hombre.

Desde cómo me manifiesto puedo encontrar la esencia y el ser de mi persona; el qué y el quién. A raíz de tomar otros saberes como absolutos, descartando los demás, surgen las ideologías: utilizar una verdad parcial como clave de interpretación y piedra angular de todo.

Algunos ejemplos pueden ser: - - Relativismo: hay tantas perspectivas y puntos de vista que no se puede alcanzar la verdad. Culturalismo: como la ideología de género, el estructuralismo y el descontructivismo.

Deslumbrados por la verdad de que la cultura, con sus estructuras influyen decisivamente en la persona y por tanto todo en el hombre es relativo a la persona. Materialismo: evolucionismo, economicismo, politicismo, animalismo, transhumanismo: deslumbrados por el poder explicativo de la física o biología, economía o política, se reduce el hombre a materia. Cientificismo: neurocientificismo, psicologismo, sociologismo: solo son capaces de la verdad las ciencias positivas. Antropología & Teología: el filósofo y el teólogo miran al hombre de manera diferente. Razón y fe son distintas, aunque circularmente complementarias.

Sin mezcla ni confusión, pero unidas en un fecundo diálogo. TEMA 2: PERSONA (QUIÉN) Y NATURALEZA (QUÉ) LA PERSONA Siempre pensamos que somos los primeros en pensar algo.

No tenemos en cuenta de que hay una tradición a nuestras espaldas que, de alguna manera, condiciona nuestra manera de pensar.

Durante la historia de la humanidad ha habido 3 ideas esenciales que rondan nuestros pensamientos: Dios, el hombre y el mundo.

Su ordenación nos sitúa en el horizonte de pensamiento pues toda la realidad es pensada bajo esas coordenadas. Horizonte del movimiento: los griegos Cuando comienza la filosofía es el movimiento, el cambio, el devenir el problema que ocupa el plano de reflexión de los pensadores.

Piensan todo desde esta realidad de un mundo físico que está en movimiento, que es plural, vivo y ordenado y se preguntan por las causas de su unidad y estabilidad: la naturaleza (physis) y el principio de todo (arjé).

El hombre es un animal racional y social.

Se remontan hasta Dios como fuente de todo, pero un Dios que no interviene en la historia de cada ser humano.

El hombre tiene que divinizarse con sus hazañas.

Necesita de los dioses. Horizonte de la creación: pensamiento cristiano Visión del hombre como persona cuya dignidad radica en su relación de origen con un Dios que lo ha querido por sí mismo y lo ha creado a su imagen, comprometiéndose con él en una historia de plenitud.

Así como el hombre, el mundo también se entiende teocéntricamente.

El hombre es la cubre de la creación. Somos criaturas a la par de hijos de Dios y eso es lo que nos hace grandes. Horizonte antropocéntrico moderno ¿post-cristiano? El pensamiento de la modernidad viene marcado por el racionalismo y la razón ilustrada que terminan con un giro en la cosmovisión hacia el hombre.

El centro del cosmos es el hombre y su conciencia: Razón absoluta y divinizada, como vía de acceso a la realidad.

El hombre es un sujeto individual alrededor de la cual gravita todo: la naturaleza es meramente instrumental, no hay creador.

El hombre es independiente y domina el mundo. Horizonte nihilista, postmoderno, neopagano Movimiento hacia el relativismo nacido con los filósofos de la sospecha (Freud, Marx y Nietzsche): el hombre debe estar alerta ante el engaño.

Lo que parece real, no lo es, por debajo hay otras fuerzas ocultas decisivas: inconsciente, economía y poder. Dios se reduce al Dios en la conciencia (mi Dios o tu Dios) o ni siquiera.

Cualquier religión o pensamiento que pretenda ser universal va contra la tolerancia y convivencia.

La libertad ilimitada y sin fundamento es lo realmente humano.

EL hombre es el Yo absoluto. ¿Cuál es el resultado? Un hombre independiente y fragmentado en un mundo sin sentido de trascendencia y sin Dios.

El hombre se adapta a las circunstancias sin tener nada que lo sostenga, sin un sentido vital. LA PERSONA COMO UN QUIÉN: DE LA EXPERIENCIA A LA METAFÍSICA Hay 3 experiencias, dadas a lo largo de la vida del hombre, que permiten acceder al núcleo metafísico del mismo: la apertura a los demás; al mundo y a Dios. Diferencia interpersonal Ya desde que nacemos necesitamos acoger sin restricciones la donación de nuestra madre.

Esta experiencia permite desde un primer momento diferenciar un “yo” de un “tú”.

Un “yo” que necesita, que acoge y un “tu” que se dona y protege. Nacemos y nuestra madre no lo da todo.

Nos cuida como seres absolutos merecedores de todo cuidado sin haber realizado nada para merecerlo.

Este primer mundo del niño es acogedor, personal y positivo.

El horizonte inicial del niño esta lleno de su madre.

A partir de este horizonte, el niño va captando y construyendo su identidad.

Estoy abierto a otro, podría decir que incluso por supervivencia. Hay varias experiencias que nos demuestran este ámbito de apertura personal en el hombre: - Dualidad sexual: cuerpo de hombre y de mujer manifiestan que somos para la comunión y complementariedad.

Soy en referencia a otro, necesitado de otro, - abierto a otro: soy dador-receptor de comunión y generador de la especie humana: soy potencialmente madre o padre.

No soy autorreferencial ni autosuficiente. Entrega libre en el amor que lleva a dar la vida: dar alma y cuerpo por completo como un camino de plenitud en la donación.

Enamoramiento, amistad, fraternidad.

Daría la vida por ti. Por contraste: “el otro” es quien pide nuestro respeto y comunión, por eso despersonalizamos al otro para maltratarlo o usarlo.

Quitar el rostro a alguien les vuelve impersonales (ejemplo tiros en películas, fusilamientos con ojos tapados o no mirar a un pobre por la calle mientras ando).

Es muy difícil dañar a alguien mirándole a los ojos.

Somos personas en un mundo de personas, no cosas en un mundo de cosas. Diferencia ontológica: el hombre distingue entre el ser y los entes.

Riqueza de la creación. En la adolescencia se da el paso del entorno familiar al mundo: movimiento de salida.

Esta ampliación supone una extensión de la zona de personas y cosas conocidas, pero sobre todo pasa que uno se da cuenta de que todas las cosas juntas no agotan lo real: el mundo está abierto a que en él aparezcan más cosas que todavía no conozco pero que puedo llegar a conocer. El ser es abierto y distinto a las cosas.

Cada cosa es, pero de una.... »

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